Crítica de «Doctor sueño»: Visitando monumentos

ARTNEWSPRESS: No es cosa de destripar nada, pero divierte ver que King guiña en otras direcciones, como esa niña que es una «Carrie» revivida

Rodar una secuela de algo tan icónico como «El resplandor» tiene narices, hay que venir preparado para que te corran a hachazos, como allí ocurría. Y eso aunque tengas el colchón de partir de un texto del demiurgo original Stephen King, quien debió sentir el mismo vértigo al escribirlo después de haber maldecido a Kubrick durante años. Esta continuación tiene (hemos leido el tuit) su bendición, pero no sé si eso apaciguará a los iluminati por el resplandor original.

Bien, el firmante detestó dicho resplandor en su momento por lo cual mi opinión vale poco en este debate entre todos los hombres del rey Stephen; seguro que no pillo ni la mitad de los guiños a ese pre-texto fundacional que no me he molestado en revisar jamás, pero ahí va: está secuela está bastante bien.

Arrancamos unas cuantas décadas después para encontrar a Torrance Jr. ya adulto y más enganchado que el prota de «Trainspotting»: es el mismo actor, Ewan McGregor, que está muy bien. No es cosa de destripar nada, pero divierte ver que King guiña en otras direcciones, como esa niña que es una «Carrie» revivida. Lo esencial, claro, es saber si volveremos al hotel marcado por Kubrick con una meada propietarial tan caudalosa como su ego: ¿se atreverán? Bueno, la respuesta es un capítulo más en el libro del cine posmoderno como palimpsesto. Al hotel Overlook ya habían vuelto de forma virtual Spielberg en «Ready Player One» y de forma conspiranoica los iluminati entrevistados en «Room 237». Esta secuela regresa al establecimiento como se visita un monumento: la franquicia como turismo cultural. Y todos encantados, el hotel el que más.

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Antonio Weinrichter

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