Friday, April 26, 2024
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Crítica de ‘Agur Etxebeste!’

ARTNEWSPRESS: Para matriarcales y divertidos azotes de los vicios políticos nacionales.

Dirección: Asier Altuna, Telmo Esnal
Reparto: Ramón Agirre, Elena Irureta, Iban Garate, Paco Sagarzazu
Título en V.O: Agur Extebeste!
País: España Año: 2019 Fecha de estreno: 27-09-2019 Género: Comedia Color o en B/N: Color Guión: Asier Altuna, Telmo Esnal, Nagore Aranburu Fotografía: Gaizka Bourgeaud Música: Javi Pez
Sinopsis: Por “problemas de salud”, Patrizio Etxebeste se ve obligado a dejar la alcaldía. Aun así, para no perder el mandato del ayuntamiento, nombra a su mujer María Luisa como la primera alcaldesa del pueblo. Pero María Luisa tomará muy en serio su trabajo y cambiará de arriba a abajo el funcionamiento del ayuntamiento, poniendo patas arriba su relación de pareja.

Lo mejor: Elena Irureta contenidamente desatada.

Lo peor: que su distribución sea tan limitada.

Al final va a resultar que era verdad esa leyenda urbana, de taberna, que afirmaba que Bob Hope era vasco. Se veía venir: el homo Hope presenta todas las características del vasco tipo, la primera de ellas es la de su predisposición natural a asumir el desastre y su propia definición de zona catastrófica al lado de la mujer vasca. Lucille Ball también lo era (vasca), seguro, una de esas cómicas que eran capaces de poner firme y sacar de sus casillas al Bob Hope de turno. Ramón Agirre es el Bob Hope de Agur Etxebeste!, segunda desventura cinematográfica de esta familia tan disfuncional como divertidamente vergonzante de una Euskadi más cerca de la comedia (la realidad) de verdad que las afrentas con ocho apellidos. Y Elena Irureta es Lucille Ball, por descontado, la verdadera reina de esta función bufa de política local donde volverá loco a su marido, al consistorio y a la política en general. El agur del título no es solo por el que el venial alcalde da a su cargo, sino el del machito euskera que se verá disuelto en el poder femenino de su cónyuge, la terminatrix ama que se revelará y rebelará contra ese rol de sumisión que se le presume desde el rol masculino.

Aunque es obvio en el estilo de la película (como lo era en la anterior, Aúpa Etxebeste) la escuela humorística de la emblemática y televisiva ¡Vaya semanita! o de los guiones de Borja Cobeaga y Diego San José, se agradece que en su fábula irónica política (el testaferro que sale rana y con voluntad propia) se tire más de la fórmula de aquellas comedia sesenteras con Bob Hope y Lucille Ball que de una imitación de la mala baba de Rafael Azcona o de la fina sátira británica de las catódicas Sí, ministro o Sí, primer ministro. Desde estas líneas aplaudo eso, y aguardo, haciendo ya un cursillo intensivo de euskera, que estos Etxebeste se conviertan en una franquicia cinematográfica a la altura de los Griswold norteamericanos, que no eran Hope & Ball, pero sí Chevy Chase y Beverly D’Angelo, que igual también eran de Bilbao.

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