ARTNEWSPRESS: El cineasta recogió de manos de Antonio Resines el premio de Honor del FIBABC
Tiene 73 años y una jovialidad envidiable. Fernando Colomo (Madrid, 1946) ha estrenado en los últimos dos años tres largometrajes, y ya piensa en el que será su nuevo proyecto, que espera tener listo para 2020. Nada más terminar una maratoniana reunión de guion, atiende a ABC sin desprender ni un ápice de cansancio. «Tengo más tiempo libre ahora que con 40 ó 50 años. Si me jubilara, lo que me gustaría sería hacer películas, así que no me retiro», cuenta el celebrado ganador del premio de Honor del Festival Iberoamericano de Cortos ABC.
P –Le llega el homenaje con la jubilación muy lejos de su horizonte…
R –Estoy en un momento muy bueno. Con la jubilación, y sin nietos, tengo mucho tiempo libre. Tengo más tiempo libre ahora que con 40 o 50 años. Trabajo por integridad y por pagar mis gastos, claro. Sabes que los directores estamos siempre al albur.
P –La jubilación del artista no es fácil en España…
R –Y tanto. Y que para mí, el cine es mi profesión y mi hobbie. Si me jubilara, lo que me gustaría hacer sería películas. Así que no me retiro.
P –¿Qué ha significado el mundo del cortometraje para un cineasta de tan larga experiencia como usted?
R –Mucho, porque no tuve ninguna escuela. Ingresé en la de cine pero en la rama de decoración, con lo cual, toda mi formación viene del mundo de los cortos, de ser autodidacta, y los cortos me sirvieron muchísimo para aprender todo tipo de cosas, desde la técnica a las relaciones humanas. Fue una escuela muy potente.
P –Empezó en el corto pero nunca volvió…
R –No fue decidido. En aquella época, igual ya ha cambiado, el corto era un camino para ir al largo. Date cuenta de que los ponían en los cines, con lo cual la gente te podía llegar a conocer y podías hacer una carrera. Todos queríamos hacer largos porque era la forma de ser director de cine e incluso hasta que te pagaran y dejar de hacerlos gratis.
P –Esa precariedad se mantiene…
R –Me temo que sí, aunque ahora hay más ayudas, proyectos de apoyo…
P –Usted dio la oportunidad a muchos cineastas noveles que llegaban del corto.
R –En mi etapa de productor, todos los directores con los que trabajé eran noveles. Al ver su corto podías ver su estilo, su personalidad, ver qué cosas te gustan. Los cortos eran su carta de presentación.
P –Ahora los cortos españoles llegan a los Oscar. ¿Cómo ve la salud del formato?
R –Es buena, el mundo del corto ha pasado por épocas difíciles, pero hoy día con internet tienen una gran ventana. También con los festivales, como el de ABC, y luego la posibilidad de competir en los Goya. Y ahora ya llegan a los Oscar. Ha habido hitos muy importantes en el corto.
P –Como maestro de la comedia, ¿es más difícil hacer reír en diez minutos o en noventa?
R –No son lenguajes diferentes, pero contar una historia, por pequeña que sea, con su estructura, sus tres actos… Es muy complicado sea comedia o drama. Y es más difícil hacer un buen corto que un largo, porque te obliga a exprimirte las molleras. Tienes poco tiempo para contar, y ahora se superan en el tamaño hacia lo pequeño. Antes eran diez minutos y ahora uno de cinco parece demasiado.
P –Las plataformas pueden ser una buena ventana…
R –Hay una barrera en las plataformas. Hay documentales, todos los géneros… Pero no cortometrajes. Habría que denunciarlo, a ver si se entera alguien, porque seguro que tendrían su público.
P –¿Qué consejos le daría a los cortometrajistas del FIBABC?
R –Que sigan haciendo cortos y que en un momento dado pasen al largo.
P –¿Volverá al corto?
R –No creo, a no ser que sea por un motivo especial. Hay directores, como Daniel Sánchez Arévalo, que tienen algunos cortos muy buenos. Yo si se arma una película de episodios sí volvería, pero hacer un corto no porque no tiene distribución en cines… Ni te pagan. Hay gente que consigue vivir de ellos, pero entra ya en la picaresca más que en la industria.
P –Algunos de sus títulos tienen en común con muchos de los cortos del FIBABC que son autoproducidos…
R –Es algo que ya se da incluso en los largos con cada vez más frecuencia. Levantar una película parece un reto imposible en España. Los proyectos de las teles tienen un camino especial, pero luego las películas «artísticas» se pueden hacer, aunque no de una forma óptima.
P –¿Le siguen haciendo ilusión los premios?
R –Siempre te hace ilusión que la gente se acuerde de ti, te honra. Me gustan los premios y este, al venir del mundo del corto, me gusta especialmente.
P –¿Con cuál de sus películas se quedaría?
R –Me quedo con «La línea del cielo», de 1983, una muy pequeñita que rodé en Nueva York. Es autobiográfica, la rodamos en unas condiciones muy especiales… Le tengo un especial cariño.
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Fernando Muñoz
