Saturday, April 27, 2024
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25 grandes películas, de los mejores directores clásicos, que quizás no hayas visto

ARTNEWSPRESS: Como ya repasamos en las 25 películas clásicas americanos y europeos olvidadas, o también en las otras 100 mejores películas de la historia del cine, el séptimo arte no siempre es justo. Muchas veces, por razones que no entendemos muy bien, hay grandes películas que quedan algo aparcadas al lado de otras de igual o inferior valía. Eso pasa incluso en las filmografías de los más grandes cineastas. Por eso, en esta lista recogemos grandes películas de los mejores directores clásicos (como ya hicimos con los actuales) que, por una u otra razón, no se encuentran entre sus obras más conocidas y admiradas… Pero deberían.

1 De Billy Wilder
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‘Ariane’ (1957)

Si Billy Wilder hubiese conseguido, al fin, contar aquí con Cary Grant hablaríamos de una de sus obras maestras. Se tuvo que conformar con Gary Cooper que, como Bogart en ‘Sabrina’ (otro papel pensado para Grant) era demasiado mayor y serio para que nos creyésemos que encandila al personaje de Hepburn. Sin embargo, en cuanto nos reponemos a ello, nos queda una deliciosa comedia romántica de enredos y aventuras entre el playboy que interpreta Cooper, la inocente Hepburn y el padre de ella, un detective interpretado por Maurice Chevalier.

2 De Elia Kazan
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‘América, América’ (1963)

Para mucho es la obra maestra perdida de Elia Kazan. No decimos que sea mejor que ‘La ley del silencio’ o que ‘Un tranvía llamado deseo’, pero sí que es la más adecuada para conocer a la persona tras el nombre. Kazan rodó aquí su película menos teatral y más realista, lejos de rostros conocidos de la interpretación, para contar la historia de un joven griego deseoso de llegar como sea a las costas de Estados Unidos. El resultado es uno de los grandes retratos sobre el mítico sueño americano, enfrentado a los sueños reales que rompe día a día.

 

‘Carta a tres esposas’ (1949)

Lo único malo que tiene esta película es que quizás ya conozcas la premisa argumental por ‘Los Simpson’. La historia original se basa en tres mujeres, no en tres hombres, que también han de pasar el día entero en un barco, después de leer como una de sus amigas asegura haberse fugado con el marido de una de ellas. A través de flashbacks, la película ahondará en las relaciones de cada una de ellas, dando como resultado una de las estructuras argumentales más originales y llamativas (sin dejar por ello de ser orgánica) de la historia del cine.

4 De Yasujiro Ozu

‘Crepúsculo en Tokio’ (1957)

Los argumentos de las películas de Ozu se parecen tanto como sus puestas en escena, pero eso no hace que verlas todas sea repetitivo. En ellas hay vida y verdadera emoción, capturada con un equilibrio inusitado entre el sentimiento y el pudor. Una muestra es esta imagen, habitual de la filmografía del japonés, especialmente con Setsuko Hara involucrada. De nuevo, es un melodrama familiar, más nocturno de lo acostumbrado, donde el peso de las emociones, la sinceridad y el miedo a la soledad son determinantes. Por diferenciarlo, diremos que es una de sus películas más emocionales, pero también una de las más desoladoras.

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‘El beso del asesino’ (1955)

Esta es la primera película que Kubrick permitió que se viera de su filmografía (recordemos que luchó por eliminar todo rastro de ‘Fear And Desire’). Dirigida, producida, escrita, fotografiada y montada por Kubrick, la película cuenta la historia de un boxeador que rescata a su amante del abuso de su jefe. A partir de ahí, se sucede un relato lleno de cuidados momentos estéticos, marca de la casa, y un juego con el género de gánsters que se redondearía más en ‘Atraco perfecto’.

6 De William Wyler

‘El coleccionista’ (1965)

El prestigio de Wyler era tan elevado en el cine clásico que después se ha puesto de moda negarle la grandeza que le corresponde. Además de un gran cineasta de estudio, el director de ‘Ben-Hur’ hizo cosas tan personales como esta historia sobre un coleccionista de mariposas… Y mujeres. Un elegante y tenebroso retrato de una mente psicópata, con mucha insinuación sexual y un apartado de tensión y terror más que conseguido. Su única cosa mala han sido la cantidad de imitadoras, tanto del argumento como del malentendido carisma del perverso protagonista, que han venido después.

7 De John Ford

‘El delator’ (1935)

John Ford ganó muchos Oscars pero ninguno por sus grandes westerns, pero eso no quiere decir que no se lo merecieran. No hablamos aquí de ‘Centauros del desierto’, ni ‘El hombre tranquilo’, pero esta pequeña película también guarda un relato apasionante. Ganó cuatro Oscar, entre ellos el de director y actor para Victor McLaglen. La historia cuenta la desdicha de un parado irlandés, novio de una prostituta, que delata a un amigo a cambio de dinero. La película se centra en sus ambiciones, sus relaciones con los demás, el honor y el arrepentimiento que sufre el personaje. Y lo desarrolla con una tensión digna del mejor thriller, sin olvidarse de una gran reflexión sobre la moralidad en tiempos de miseria a través de este Judas de principios de siglo.

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‘El general de la Rovere’ (1959)

El también actor Vittorio de Sica interpreta para Rossellini a este embaucador que se hace pasar por general para delatar a los miembros de la resistencia. Lógicamente, su humanidad y moral se va despertando poco a poco, haciendo que se tome su papel de héroe más en serio de lo que el enemigo esperaba.

9 De Raoul Walsh

‘El ladrón de Bagdag’ (1924)

Los dos ‘Aladdin’ de Disney o el gran remake en color de 1940 no debería hacernos olvidar que el relato más apasionante del ladrón de Bagdag, ese que vuela en una alfombra mágica y conoce a un genio, es este taquillazo mudo dirigido por Walsh e interpretado por el mítico Douglas Fairbanks. Su carácter de cine de entretenimiento, de asombroso retrato aventurero y emoción narrativa siguen intactos casi cien años después. Y sin superar.

10 De Frank Capra

‘El secreto de vivir’ (1936)

Otra comedia romántica clásica que debería de ser más recordada de lo que es. Él es un joven de provincias que resulta ser heredero de una fortuna millonaria, ella una cínica e ingeniosa periodista que sigue el caso con cierto tono de burla. En otras palabras, él es Gary Cooper y ella Jean Arthur, ya os imaginaréis que se enamoran, se pelean y se vuelven a enamorar con varios enredos de por medio. No hace falta más, es el Hollywood de oro y su maquinaria en estado puro y esta una más de sus perlas. Como la mayor parte de la obra de Capra, es perfecta para rememorar ese tipo de cine que te reconcilia con la vida.

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‘El soldadito’ (1963)

Si no se hubiese prohibido por la guerra de Argelia y su retrato de las torturas policiales francesas, este sería el debut de Godard, también el de una jovencísima Anna Karina. Se estrenó casi 5 años después, pero en ella esta la magia del cineasta más emblemático de la Nouvelle Vague. Desde el principio estaban su capacidad para aunar thriller y retrato social con la más divertida y romántica reflexión amorosa y cinematográfica. Un primer paso a recuperar.

12 De Orson Welles

‘Fraude’ (1973)

Aunque la carrera de Welles le obligó a adaptarse a las circunstancias en cada obra, aquí parece que el cineasta al fin se expresa de la manera más personal y libre en que podía. Podríamos catalogarlo de documental pero diremos mejor que es simplemente Welles, hablando y deformando su cine para expresas sus pensamientos, gustos e ideas sobre el arte, los artistas y la copia. Por el camino se relaja y también nos habla de sus películas, de las mujeres, de su admirado Picasso, la comida, España, la magia y sus trucos. Además de inteligente, quizás sea su obra más sincera y divertida.

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‘Furia’ (1936)

La primera incursión en el cine americano de Fritz Lang tras huir del nazismo es este apasionante relato sobre la culpa y el linchamiento apresurado. Después, se sucede una historia de venganza y rencor. Todo ello protagonizado por un Spencer Tracy más inmenso que nunca.

14 De David Lean

‘La hija de Ryan’ (1970)

Tras llevarnos a la inmensidad del desierto o a la nevada tundra Rusa, Lean se refugió en la costa irlandesa, adentrándose en un retrato íntimo sobre la lealtad, la culpa y la traición. La historia se centra en el triángulo amoroso entre un pastor, su joven esposa y un joven oficial inglés.

15 De Alfred Hitchcock

‘La sombra de una duda’ (1943)

Hitchcock decía que esta era su película favorita, aunque para la historia haya quedado muy a la sombra (valga la redundancia) de otras. Sin embargo, es fácil ver por qué le gustaba tanto. Cumple todos los elementos característicos de su autor a la perfección y lo hace con la mayor sencillez. La convivencia de una sobrina con su sospechoso tío irá derivando en un relato de desconfianza por el que Hitchcock despliega sus mejores armas visuales para aumentar la sospecha. Por el camino, escaleras empinadas, sombras y un gran final en un tren. Poco más se le puede pedir a una película de Hitchcock, y eso que Teresa Wright no era rubia…

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‘Madadayo’ (1993)

Decía el New York Times que esta película no era una de las grandes de Kurosawa. En el mismo texto, también aseguraba que era un trabajo casi perfecto. En el caso del japonés ambas afirmaciones no son una contradicción. Nos tenía tan mal acostumbrados que este canto de cisne nos pareció una película menor. Y lo es, si miramos su filmografía, pero sigue siendo muy grande. Aquí el nipón no necesita de grandes ejércitos, Shakespeare o samuráis, se basta con un sencillo y humanista (hasta el tuétano) relato de un profesor que se jubila. Así de simple, pasan los años y la vida de este educador, centrado en mejorar la vida de los peces de su estanque, mientras sus ex alumnos lo recuerdan, incluso con el paso de la guerra y sus desgracias. Espero que al haber dicho guerra, la película haya dejado de parecer sosa y aburrido, porque no lo es. Trata sobre las pequeñas cosas, sí, pero lo hace de manera muy grande.

17 De Luis Buñuel

‘Nazarín’ (1959)

Solo el pésimo estado de las copias de esta película (hasta hace poco) puede haber provocado que una de las mejores, sino la mejor con permiso de ‘Los olvidados’, película de Luis Buñuel en México, haya pasado tan desapercibida. Con un genial Francisco Rabal como protagonista, otra cosa que debió remar en contra del éxito de la cinta fue su reflexivo retrato de la fe, la solidaridad y la religión. Todo un viaje espiritual que tiene su culmen en un final ambiguo y desafiante. Sin duda, una de las más grandes obras del maestro.

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‘Reflejos de un ojo dorado’ (1967)

¿Cómo puede ser que una película dirigida por John Huston y protagonizada por Marlon Brando y Elisabeth Taylor no sea más conocida? La única explicación es lo incómodo y perturbador que resulta su relato de un matrimonio tan disfuncional como atormentado. Ella se entretiene con los amigos de su marido y él guarda una venenosa negación de su deseo homosexual. Como ya os imaginaréis, Marlon Brando afronta de manera arrolladora esta tormentosa encarnación de la virilidad de su protagonista.

19 De Ernst Lubitsch

‘Remordimiento’ (1932)

Ozon realizó en 2016 un remake llamado ‘Frantz’ que ahondaba más en el personaje femenino de la historia. La original, este dramón de Lubitsch, se enfoca principalmente en el personaje masculino, el soldado que va a disculparse ante la familia del enemigo que mató en la guerra, y que acaba siendo confundido por un íntimo amigo del difunto. El punto de partido es tan apasionante como las conclusiones sobre el amor, la culpa, la guerra y los nacionalismos que se extraen. Además, gracias al cambio del punto de vista, hace una gran sesión doble con su moderno remake.

20 De Federico Fellini

‘Roma’ (1972)

Fellini le dedica un documental a la capital italiana que poco tiene de realidad, al menos de la que nosotros veríamos. El cineasta nos hace ver la ciudad y sus maravillas con sus ojos, su mente y su imaginación. Por el camino, muchas obras de arte, sátira social y parodia religiosa.

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‘Solo los ángeles tienen alas’ (1939)

Casi todas las películas de Howard Hawks merecen más atención. Él en sí mismo merece el reconocimiento del más grande cineasta del clásico sistema de estudios, porque lo es. Hizo obras maestras de todos los géneros, argumentos y tipos pero esta es una de las más especiales. Cary Grant es uno de los pilotos que arriesgan sus vidas para llevar mercancías a lugares aislados por las montañas en un lugar de Sudamérica. La aparición de la corista que interpreta Jean Arthur será el contrapunto amoroso a un relato de aventuras y pasión lleno de diálogos ingeniosos y ese sabor a perfección que solo tiene los mejores trabajos clásicos.

22 De Ingmar Bergman
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‘Sonrisas de una noche de verano’ (1955)

El sueco también hacía comedias, aunque hay que decir que no son las más típicas del género. Aquí nos presenta una historia de enredos amorosos, infidelidades y situaciones disparatas que nos sacaran una sonrisa con ingenio. La película es una adaptación muy libre de ‘Sueño de una noche de verano’ de Shakespeare, que a su vez derivó en otra adaptación muy libre de Sondheim al musical con ‘A Little Night Music’.

23 De F.W. Murnau

‘Tabú’ (1931)

Fue la última película de Murnau antes de su prematura muerte y también se aventura cinematográfica más especial. Empezó como un documental en colaboración con Robert J. Flaherty y acabó con Murnau narrando una mística historia de amor con verdaderos indígenas de Bora-Bora y Tahití. La mezcla perfecta entre naturaleza, retrato etnográfico y cuento de hadas.

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‘Vivir para gozar’ (1938)

Todas las películas de Cary Grant y katherine Hepburn deberían ser de visionado obligado en esta vida. Hoy nos centramos en esta, en la que Grant es un patoso payaso incapaz de adaptarse a la millonaria y aburrida familia de su novia. Menos mal que la hermana de la misma, Katherine Hepburn, está igual de loca que él. Sabemos que acabará cambiando de novia y que ambos terminarán juntos pero, como en todo, lo importante es el camino, lleno de diálogos ingeniosos y una química entre ambos protagonistas que aún no ha sido igualada por ningún otro dúo. ¿Se os ocurre una mejor forma de pasar la tarde que viendo como Grant y Hepburn rompen, patosamente, las convenciones sociales?

25 De Charles Chaplin

‘Una mujer en París’ (1923)

Nunca se supo muy bien por qué Chaplin insistió tanto con Edna Purviance. Los críticos coinciden en que no era una gran actriz, tampoco tenía una belleza destacada y no se conoce que el cineasta y ella tuvieran ninguna relación amorosa reseñable. No obstante, protagonizó gran parte de los cortos y mediometrajes de Chaplin hasta que el salto dramático de sus papeles se hizo demasiado grande para sus capacidades. Chaplin, además, nunca dejó de pagarle un sueldo años después de que dejase de trabajar (también sucedió así con Jackie Coogan, el niño de ‘El chico’). Chaplin y Purviance pusieron punto final a su colaboración con un largo donde el icono deja todo el protagonismo a su actriz. Sin Chaplin frente a las cámaras, este drama social femenino ha pasado desapercibido hasta ahora. Sin embargo, tiene méritos para todo lo contrario. En ella no hay apenas rastro de comedia, es un melodrama con todas las de la ley en el que una sencilla joven de campo se enamora de un cosmopolita pintor de París. Siempre echamos de menos la presencia escénica de Charlot, pero aquí se ve mejor que en ninguna otra como Chaplin era un cineasta con todas las de la ley. Y también porque trabajaba con Purviance, por su capacidad innata para interpretar, quizás simplemente lo era, a una buena persona.

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RAFAEL SÁNCHEZ CASADEMONT

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