Familia sumergida: Entrevista con la directora María Alché

Sector Cine (SC): ¿Recuerdas cuál fue la primera intuición que tuviste de que querías dirigir además de actuar?

María Alché (MA): Me críe en una casa en donde mi mamá había sido actriz de joven. Enfrente de donde yo vivía había un barrio muy popular donde hay un gran teatro callejero… Tuve la oportunidad, siendo muy chica, de ver a (Alejandro) Urdapilleta, que es un actor argentino con el que después tuve la oportunidad de actuar en La niña santa (Lucrecia Martel), que es un tipo muy interesante, muy atractivo, que escribía y actuaba en teatro, muy brillante. Y bueno, creo que un poco esas experiencias de chica, de ver teatro, de participar, de escuchar historias, me marcaron un camino que tenía que ver con narrar, contar, con la sensación de que uno está en la vida y en las situaciones absorbiendo alguna experiencia para después poder contarla. Un poco siento que tiene que ver con las mujeres con las que me críe y me rodearon. Una tía que era muy dramática cuando contaba las historias y tenía muchas, cuando mi mamá y ella hablaban, era algo que me atrapaba. Y otras amigas de mi mamá, que también eran particulares, una tiraba el tarot. Tengo asociado el mundo de la narración con las mujeres.

SC: Hay imágenes y secuencias de tu película que se quedan marcadas, como el momento en que la protagonista rompe en llanto en un momento tan cotidiano como estar ayudando a su hijo con la tarea. ¿Cómo fue que construiste las atmósferas de tu película y cómo sumaron otras mujeres, como Lucrecia Martel, que asesoró el guion?

MA: Yo venía de hacer un trabajo fotográfico que se llama Fallas. Mi papá sacaba fotos cuando era joven, y en la casa había muchas cajas con diapositivas de fotos familiares de los años 60, 70, 80, de mis abuelos, de mis tíos. Entonces comencé a hacer un trabajo que tenía que ver con intervenir estar fotografías y volverme a mí actriz, como si estuviera en un viaje temporal hacia el pasado, como una alienígena que va viajando a tiempos familiares. Y un poco con en este entusiasmo de continuar en esa línea de investigación entre la fotografía, los relatos, porque esas fotos iban acompañadas de textos.

Estaba, después de la escuela de cine, desencantada de las cosas muy masivas, de los rodajes muy grandes, sentía que no podía encontrar ahí mi voz, estaba en un tiempo de necesidad de hacer cosas más chiquitas. Empecé a pensar en una instalación que fuera una foto familiar que se va moviendo, que van pasando las personas y se escucha una voz que va contando las historias de las personas que están en la foto. Y para esa instalación, que nunca llegué a hacer, grababa a mi mamá y a mi tía contando historias del pasado familiar, y les iba preguntando por personas que cada vez eran más lejanas a ellas. Y algunas veces me decían esta persona nació, se casó, tuvo una tintorería y se murió. Como si de alguna manera las vidas pasaran a ser algo muy cortito, con una sola anécdota en medio.

Quizá, respondiendo a tu pregunta, Lucrecia venía escuchando esta idea de la instalación que yo tenía, y por otro lado también tenía la idea de una película de un duelo y una mujer que está desarmando las cosas de su hermana un verano. Empezó a surgir la idea de que esta instalación se iba a combinar con la película y darle a esta protagonista el hacer un duelo y preguntándose por la muerte, esta relación con todas estas imágenes y la pregunta de quién era quién, donde está, como si quisiera atrapar una memoria que se le está encajando, pero de la que solo ahora es testigo. Y paralelamente murieron algunas personas en mi familia y pude ver cómo se daba el proceso de que unas personas quedaban como a cargo de los relatos. Un poco todo esto fue como dando lugar a este guion.

SC: ¿Cómo fue el trabajo con Mercedes Morán? ¿Qué fue sumando ella al personaje?

MA: Mercedes es una actriz muy intuitiva, pero me parece que trabaja mucho los personajes, piensa muchas cosas. Un poco el trabajo fue juntarnos y conversar, conversar de cosas familiares, tratar de transmitirle las emociones que yo pensaba que traía el guion, de cuidar a alguien; de cómo, con la cercanía de la muerte, también aparece un deseo vital y esa pregunta de cómo estar lo más vivo posible.

SC: ¿Qué descubriste de tu propia película a partir de la recepción que ha tenido?

MA: En general hay algunas escenas que a la gente le gusta más, que comentan más. Como esa escena del baile final, o cuando está con el hijo, o la canción con el padre. Me quedo con sensaciones lindas de a veces pasar la película y con alguna sensación del público de que la película les gustó, le conmovió. Trato de quedarme con esa gente que se pudo conectar con las emociones de la película como una totalidad.

Me sentí muy contenta después del estreno porque la gente me decía como que habían soñado con la película, se había ido caminando con una sensación física cambiada. A mí me gusta la idea de que una película o cualquier obra arte puede transformarte alquímicamente, producir algún cambio.

SC: ¿Cómo te ha nutrido, como actriz y directora, participar en películas con perfil más comercial?

MA: Me parece que cuando uno es actor a veces tienes que trabajar, vas haciendo lo que aparece y más en un país como Argentina, donde es difícil y no es que haya un montón de oportunidades. Yo siento que de todos los trabajos que hice aprendí algo. Uno aprende diciendo ‘me gustaría hacer’ y a veces por oposición, diciendo ‘esto no me gustaría hacer’,’ no me gusta como esta persona dirigió’. Me parece que todos los trabajos y estar en muchos rodajes, obras de teatro, mejores, peores, me trajo una experiencia de hablar con los actores, estar en un set, de un montón de cosas que de otra manera no lo hubiera tenido.

https://sectorcine.com

Fabiola Santiago